Cuando se sufre sobrecrecimiento bacteriano, el tratamiento farmacológico con antibióticos es indispensable, pero hay otra cuestión que tiene mucha influencia en el tratamiento del SIBO: la alimentación.
Cuidar tu alimentación y seguir una dieta para SIBO adecuada te permitirá reducir tus síntomas sin presentar un déficit nutricional.
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Una dieta diseñada para el SIBO puede ayudar a reducir los síntomas incómodos asociados con esta condición, como el hinchazón, los gases, el dolor abdominal, la diarrea o el estreñimiento. Al eliminar ciertos alimentos que pueden alimentar el crecimiento bacteriano no deseado, puede mejorar el bienestar general.
Al elegir alimentos que no fomenten el crecimiento bacteriano en exceso, se puede limitar la proliferación de bacterias en el intestino delgado. Esto es crucial para reducir la competencia entre las bacterias y facilitar un equilibrio adecuado en la microbiota intestinal.
Dado que el SIBO puede interferir con la absorción de nutrientes en el intestino delgado, seguir una dieta específica puede ayudar a optimizar la absorción de nutrientes esenciales. Además, combinar la dieta con el tratamiento médico puede mejorar la eficacia del mismo y reducir las posibilidades de recurrencia.
¿Preparada para cuidar tu alimentación?
La duración de la dieta puede variar según la gravedad del SIBO y la respuesta individual al tratamiento. Algunas personas pueden seguir una dieta restrictiva durante un período corto, mientras que otras pueden necesitar ajustes a largo plazo.
Sí, la reintroducción de alimentos suele ser parte del proceso después de seguir una dieta para SIBO. Esto se hace gradualmente y bajo la supervisión de un profesional de la salud para identificar qué alimentos pueden causar síntomas y cuáles pueden ser bien tolerados.
La dieta para SIBO se combina con tratamientos médicos, como antibióticos u otros enfoques, según la recomendación del profesional sanitario. Ambos trabajan de manera complementaria para abordar el crecimiento bacteriano excesivo en el intestino delgado.